
En este año que se acaba se cumplen 100 años del nacimiento de la  CNT, la Confederación Nacional del Trabajo. Surge en Barcelona en 1910 a  partir del sindicalismo combativo y autónomo que se encontraba al  margen de la UGT y de cualquier partido político. Lo que siguió, el auge  del movimiento libertario, la práctica extensa del anarcosindicalismo,  las grandes figuras, la salvaje represión, etc, es ya conocido y forma  parte de una cierta épica que conviene superar de algún modo, aunque sin  olvidar ni renegar, si lo que pretendemos es ser una fuerza de presente  y de futuro.
 
No fue precisamente en la  católica y tradicionalista Navarra de aquel tiempo donde se forjó el  nacimiento de este movimiento, pero lejos de lo que algunas personas  puedan pensar, lo libertario   ha tenido su arraigo histórico en estas  tierras antes de que sus militantes, junto a socialistas, republicanos y  nacionalistas, empezasen a llenar las cunetas. El movimiento campesino  por la defensa de las tierras comunales desde finales del siglo XIX ,  tal y como nos explica José Miguel Gastón en su obra “Vivan los comunes”,  resultó ser una fértil antesala en la que pudieron arraigarse las  sociedades obreras que luego darían paso a la CNT y a la UGT. Así, en  los años 20 y 30 hay presencia de sindicatos de la CNT en más de una  docena de localidades navarras. De su actividad sindical deja buena  constancia Emilio Majuelo en su libro “Luchas de clases en Navarra”,   (1931-1936).  Hubo acontecimientos y proyectos destacados, hoy poco conocidos, que  hablan de esa realidad. Su recopilación y descripción se la debemos  principalmente a Juan Jesus Virto Ibañez y, entre otras cosas, podríamos  destacar: la huelga de 1920 en las azucareras de la ribera, la  proclamación del comunismo libertario en 1932 en Mendavia, la  participación en la insurrección de 1933, el activo Ateneo Libertario  “Libre Acuerdo” de Allo, mítines, detenciones, clausura de locales, la  detención y juicio en Navarra del a posteriori ministro cenetista en el  Gobierno Republicano García Oliver,...
Si  bien en Navarra hubo presencia organizada, ha sido más destacada y más  notable la aportación de figuras relevantes en el mundo ácrata, casi  todas conocedoras del anarquismo por haber viajado a Barcelona,  Argentina o a París: Gregorio Suberviola, miembro del legendario grupo  “Los Solidarios”, junto a Durruti y Ascaso. Miguel Yoldi, el librero de  la bajada de Javier que llegó a ser secretario General de la CNT y que  acompañó a Durruti en sus últimos días de vida. Aurelio Iñigo, quien  impulsó el Ateneo “Libre acuerdo” en su Allo natal, convirtiéndose esta  localidad en un hervidero de ideas libertarias. Vicente Moriones, que  pasó a luchar en la Resistencia en Francia durante la Segunda   Guerra  Mundial. Honorino Arteta, cenetista que fue acordeonista de la peña La Veleta, impulsora de la actual vestimenta de sanfermines, que fue superviviente de los fusilamientos de Valcaldera, tras lograr huir herido. Mucho más cercano en el tiempo, Lucio Urtubia, el anarquista  que puso en jaque al poderoso Citibank. Entre las mujeres, sin apenas  presencia en la militancia organizada pero sí y mucha en la anónima  actitud cotidiana, destacaríamos a Blasa Roncal, de Allo, que al ser  tempranamente detenida, tras el golpe militar del 36, se enfrentó  valientemente a quienes la intentaron violar y después la mataron. 
Galo Vierge, cenetista pamplonés, nos dejó un tesoro escrito con su libro “Los culpables”,  en el que nos ofrece un relato de cómo acontecieron los hechos en la  Iruñea del 36, totalmente alejada de la versión oficial, la versión de  quienes se impusieron con las armas y la represión. Refleja también su  propia experiencia personal y militante, a través de la cual somos  capaces de conocer los rasgos que definían al militante de la CNT de  aquella época: honestidad, generosidad, inquietud constante, el gusto  por la difusión de las ideas y de la cultura,... Este mismo perfil es el  que la familia del fusilado lakuntzarra, Lázaro Alegría, nos  transmitiría en el homenaje que le hicieron hace pocos años en su pueblo  natal, o el que se puede extraer de los relatos que el contradictorio  estellés Juan Satrústegui hace de sus experiencias en círculos  cenetistas y faístas de Tierra Estella.
El exilio y el asesinato de cenetistas durante la guerra civil, borraron  durante décadas, los   grises años del franquismo, los colores rojo y  negro de la geografía navarra. No será hasta finales de los años 70  cuando se comienza a reunir de nuevo un grupo clandestino de la CNT en  los locales de las Canosianas de la Txantrea. Más tarde se conseguiría  un local en la calle Jarauta gracias a la aportación económica de  cenetistas navarros exiliados en Francia. En ese momento ya participaban  decenas de afiliados y afiliadas en el sindicato, con el entusiasmo de  trabajar por impulsar la nueva CNT. 
No  obstante, la refundada CNT navarra no será ajena a los efectos de las  maniobras político-policiales que lograron mermar la influencia del  anarcosindicalismo, como el caso Scala (Barcelona), ni a los cismas  internos, que se dieron en el resto del estado. El resultado fue una  importante merma en su actividad y proyección. De aquel núcleo de la  calle Jarauta surgirán lo que hoy son la CGT y la CNT navarras.  Siguieron trayectorias muy distintas, pero reclamándose ambas de un  mismo origen y aspiración libertaria, en su afán de ir reconstruyendo su  alternativa.
Tras la dictadura, no es  sólo en el ámbito sindical en el que vuelven a tomar forma los valores  libertarios. Sin querer patrimonializar ningún movimiento, pues nada  habría más alejado de la realidad, sí que parece apropiado resaltar que  los principios antiautoriatarios, asamblearios, antimilitaristas y  autogestionarios del anarquismo, han tenido peso y presencia en  importantes luchas que se han dado en Navarra como la de la insumisión o  la okupación, así como en colectivos ecologistas antidesarrollistas, en  distribuidoras anticomerciales, radios libres, iniciativas  anticarcelarias, etc, o en el propio movimiento punk y fanzinero, que  tanto auge alcanzó en los años 80. Además se han formado a lo largo de  estos años distintos colectivos de carácter ácrata, efímeros muchas  veces, como Izar Beltza, Disidenteak Betiko, Iniciativa por el Descenso  Electoral, Panktera Rosa, Herria, Rosa Negra, Subeltz, Sorginkale  Banaketak ...
Hoy, en una sociedad muy  diferente a la de los años 30 y a la de los años 80, en la que el  individualismo y el consumo son el exponente de la vida social, en la  que la inmigración nos ha acercado la cruda realidad que nuestro  “bienestar” genera en el resto del mundo, mantenemos con mucho esfuerzo  nuestra presencia y nuestro discurso en el ámbito sindical, social,  divulgativo o de la recuperación de la memoria. Aspiramos a contagiar el  sueño libertario que nos dejaron militantes de antaño, alcanzar una  sociedad más horizontal, igualitaria, libre y autogestionaria. El cambio  social, preconizado en aquellos tiempos tan duros, se hace hoy más  necesario que nunca, en un mundo desigual, infeliz, competitivo y  desarrollista que condena a la miseria a la mayor parte de la humanidad y  que va destruyendo el planeta. Nos queda encontrar formas de pelea más  adecuadas y eficaces, acordes con la actual coyuntura social, ecológica e  internacional. En esas estamos, en esas seguimos, intentando despejar  las negras tormentas.
Colectivo Malatextos 1-12-10