ONGI ETORRI

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Melchor negra y de garfio trepador










Como todos años, el sol acaba de girar sobre La Tierra. Como todos años, la misma discusión; que si el Baltasar de la Cabalgata tiene que ser un negro de vellón o un blanco de betún, que si al maquillaje o al natural, que si tal o que si cual, que si contamos ya con una vasta comunidad de afronavarros, por qué no ahorrarnos lo del betún que, se contradice con el espíritu navideño que de ahorro nada, que al derroche y a la fiesta en el portal del Corte Inglés.

Ni para ti ni para mí, pues. Les proponemos coger a uno de nuestros negros sanos y pintarlo de blanco Melchor. Salomónico. También invitamos a nuestras familias cristianas que, al engalanar sus balcones en estas fiestas, sustituyan a sus olentzeros, papanoeles y piterpanes que mucho ya deslucen, por negritos trepadores con sus garfios de escalar la valla de Melilla, colándose por nuestras ventanas que nos traen regalos pero que se vayan en caliente, que nos dejen su carbón, todas sus materias primas y sus manufacturados low cost que circulen, las personas no. Ni lo sueñen.

Como consumidores del norte decimos que basta ya, que no queremos consumir lo que nos imponen, que no queremos imponer a quienes más producen y producen en el nombre de nuestro supuesto bienestar, que lo es a costa de exprimir al sur, de provocar y financiar el terror y las guerras en su lejanía como sucia estrategia mercantil, de propinarles la patada cuando llegan del éxodo bélico huyendo de bombas racimo, racismo es lo que encuentran.

Melchor un negro, o una negra. Las ovejas también. Los pajes latinos y los centuriones rumanos que no quieren batirse el cobre. Que la Cabalgata sea un Carnaval, la fiesta de que se cierran los CIES, dejamos de mandarlos al cuerno de África, se da fin al saqueo y fractura de su castigado ecosistema, liquidamos el terror y las guerras a ver si este 2015 la tierra gira alrededor del Sol y se anuncia un año negro para genocidas de playa como el beato Fernández Díaz un ministro, que no se confiese tanto en capillas, que mejor lo haga en los tribunales.

Colectivo Malatextos, 22 de diciembre de 2014.

El TTIP
















Es sabido que las/los de abajo nunca hemos importado mucho, que nuestras opiniones no se tienen en cuenta, siempre ha sido así, y cuando nos hemos revelado nos han callado a sangre y fuego. En el año 73 a.c. los esclavos con Espartaco, su cabeza más visible, se levantaron contra la “democrática” República Romana. Al general Pompeyo enviado de Roma no le tembló el pulso y acabó con la revuelta esclava de la única forma que sabía, con miles de muertas/os y crucificadas/os. La Revolución Francesa trajo vientos de “Liberté, Égalité et Fraternité”, parecía que por fin la libertad y la justicia social se iban a abrir camino en nuestra sociedad. Este sueño se quebró con La Comuna de París, el fuego de las armas acabó con las ansias libertadoras de las personas empobrecidas, la utopía liberal republicana era enterrada y de nuevo las/los sin voz aparecían como eran a los ojos de la pujante burguesía, personas sin valor alguno, seres prescindibles. La bolsa de paradas y marginadas era tan grande que el capital no tenía ningún problema para sustituir a toda persona díscola con el sistema capitalista. Se nos valoraba poco más que al tornillo que sujeta la maquinaria productiva, y sin darnos cuenta un día pasamos de productores a consumidores. Consumidoras de las mercancías que nosotras producimos, de los servicios que damos a la sociedad, y sobre todo, consumidoras de los falsos sueños de futuro inventados por la élite dominante.
La clase política que hoy gobierna, nos ofrece un nuevo contrato social, el TTIP. No se nos explica en qué consiste este acuerdo, creen que es mejor que ignoremos las obligaciones que implica el TTIP, su negociación es secreta, y durante los próximos 30 años no se harán públicos los acuerdos. ¿Para qué preocuparnos?, viviendo en la ignorancia seremos más felices. El TTIP nos obligará a ser esforzadas trabajadoras, consumidoras compulsivas, votantes felices y ciudadanas sumisas. Si firmamos este contrato comercial, estaremos renunciando a gestionar nuestras vidas y otros decidirán por nosotras, mucho más de lo que deciden ahora. El TTIP es un gran agujero negro en torno al cual vamos a girar todas las personas, seremos pequeños asteroides devorados por la estrella muerta del capitalismo, esa que está a punto de estallar. Nada ni nadie escapará del ciego mercado, personas, derechos humanos, cultura, naturaleza… todo será engullido. El TTIP, (junto a otras medidas, que fomentan y salvaguardan el modelo neoliberal, el militarismo, la destrucción del medio, el empobrecimiento a través del incremento de las desigualdades, la estructura patriarcal de la sociedad,...), es la negación del futuro, pero en este caso no solamente para las/los de abajo, sino para toda la humanidad. En nuestras manos esta escribir otro futuro.
 Colectivo Malatextos, 5 de diciembre de 2014