ONGI ETORRI

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Franquicias "por la Paz"

Lo dicen la radio y los periódicos, Madrid tendrá su propio Paseo de la Fama, con relucientes nombres en espectaculares estrellas, en un gran alarde de originalidad. Muchos de estos nombres son de personas que en teoría reivindican su propio cine ante la apisonadora Hollywoodense.


Lo vi en la tele, a las pocas horas de que Obama anunciara la salida de tropas de Afganistán, Zapatero, con toda su independencia política, su carisma y su talante, anunció prácticamente lo mismo.

Ser franquicia, a pesar de destruir lo peculiar, lo original de las culturas, dotándonos de un pensamiento uniformador y uniformado, no sería tan malo si se redujese a lo primero, a lo del cine industrial, un aspecto poco transcendental en las vidas de las personas. Pero, cuando la franquicia incorpora en el contrato guerra, orden mundial y muertos, la cosa cambia.

Dos militares de la subcontrata del ejército yankee llamada ejército español, han muerto recientemente en Afganistán. A quienes mueren (o ganan medallas olímpicas "jartos" de espíritu patrio), se les dice valientes, patriotas, héroes, incluso españoles, a pesar de que muchas veces tengan orígenes foráneos (para ganarse el epíteto de español, que lo emplean a modo de halago o concesión, si que son necesarios al menos "dos oros"). Es curioso que para que se te reconozca el derecho a la libre circulación y la igualdad de trato con la ciudadanía autóctona, tengas que salir de tu país, dadas las escasas oportunidades que los mercados te ofrecen allí, para morir al servicio del ejército español, en Afganistan, durante una “intervención de Paz”, que salvaguarde los intereses de EEUU. Puro internacionalismo, vaya. A los patriotas antes se les llamaba mercenarios y a la misión de Paz, Guerra. No nos asustemos, usemos las palabras cuando correspondan.

Ingresar en el ejército es una opción poco loable que tiene mucho que ver con la pura necesidad de sacarse la vida sin esfuerzo, contando con pocas habilidades para ello, y muy poco o nada que ver con el altruismo y el heroísmo. Las armas como salida laboral. Pero difícilmente se podrá “laboralizar” el sector de la muerte ya que no se hace fácil imaginar el convenio colectivo de la guerra, la parada del almuerzo en medio de un combate, las denuncias de mobbing al sargento chusquero o la jubilación a los 67. ¿A qué productividad criminal ligarían el salario?. En lo único que van por delante es en el reconocimiento de la siniestralidad ya que cuando muere una persona trabajadora, apenas ocupa espacios informativos en los medios locales, no hay declaraciones de los ministros ni condecoraciones. Además quien muere, dado el caso, sólo es inmigrante, a veces sin papeles, nada de valiente español.

Es más fácil lo contrario, que se militarice lo laboral. Ya vimos cómo se resolvió el conflicto de los controladores aéreos, ¿qué colectivo será el siguiente? Da igual que le asista más o menos razón que a los primeros, la cosa es si el mercado puede tolerar lo que se reivindica o no.

Así, tal vez en breve, nos recojan en un autobús militar y nos lleven a trabajar a las fábricas de armas y de bombones (así es el capitalismo), bajo la supervisión de un cabo, las caricias de una enorme bandera que baile elegante al son del himno nacional.... de Estados Unidos, por supuesto, barras y estrellas, las del paseo de la fama, recompensa por su silencio converso de Irak a Libia y Afganistán.

Colectivo Malatextos 1-7-11