ONGI ETORRI

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PAMPLINÓPOLIS, La ciudad que nunca existió.



¿De donde viene el nombre de esta ciudad / no ciudad?

Quizás de la combinación de Polis (Polis CIA) y pamplinas o pamplino, (pamplino es el que hace pamplinas), yo no creo que Pamplino sea – como algunos aseveran – un romano elegante como Trajano (al que llamaban así, por los estupendos trajes que lucía). En fin, en lo que sí parece que se ponen de acuerdo las gentes de historias, es en origen del nombre Pamplinópolis, que se deriva de pamplina, que es una especie de cuento para la gente más bobalicona. Pamplinas son lo que nos cuentan a la polis, antes de enviarnos a los polis si las pamplinas no resultan eficaces.
Se dice de Pamplinópolis que era un monte mochado al que la gente chic de la ciudad dio en llamar mesta, sí, sí, meseta, como llaman los catalanes a la jodida mesa, o como le dicen por la montaña en Navarra: “Mesa de los Tres Reyes”. En la meseta de Pamplinópolis - según parece – no había más reyes que los de la baraja marcada de los historiadores oficiales en nómina.
Otros estudiosos dicen sobre la palabra meseta, que la “me” viene de mecagüen, grito muy común en este “reyno” de naipes, y “seta”, por la cantidad de setas que hay en las faldas de la meseta y en los extremos de la ciudad que por cierto, a esa distancia se le puede quitar la “s” y entonces se puede armar una gorda en el tribunal constitucional de la pamplinopería. ¿resultan complicadas estas explicaciones?. Hay que tener en cuenta, que trato de explicar lo no existente, y para no inexistente apenas existen palabras, además, a estas alturas me acosan las dudas sobre si existe o no existe. Bueno, el caso es, que en este lugar en el que sólo existe lo que dicen que no existe, sólo parece ser que existan los y la, que se creen que sí existen. Ellos y ella, dicen que el pasado, pasado está, que está enterrado y que ¡basta ya!. Pero… si ellos y ella, creen que son los únicos que existen, será por que quieren existir a cuenta de los únicos que dicen que no existen y para lograrlo ponen en marcha su ley de “aquí sólo existo yo” y hago la ciudad que me viene en gana. Para ello sacan a pasear su máquina de hacer ciudades futuristas, el buldózer. Es una máquina pesada y ruidosa, pero segura, en un plis - plas, es capaz de conseguir que una ciudad deje de existir y levantar otra en su lugar, a la medida de quienes la manejan, ella, ellos y de sus polis, que no son mancos. A cada momento necesitan comenzar de nuevo a edificar su “Nuevo Futuro” en el que perpetuarse. El primer paso es horadar, el segundo horadar y el tercero seguir horadando y derrumbando en nombre de la modernidad. Y cuando comienzan a horadar en profundidad, eliminan sin cesar las capas de polis que solo existen para los que no existen. A quienes ponen en marcha el buldózer en movimiento, solo les interesa construir madrigueras para ratas metálicas con cuatro ruedas, como en el caso de la inexistente Plaza del Castillo. A cada metro que profundizan se encuentran con nuevas polis, si son romanas, mejor que mejor, así las asociarán con el pendón de Pampinópolis, que suena bien. Siguen profundizando y encuentran otra capa de polis, ¡Jodé! ¡que son árabes!, ¿serán parientes de Bin Laden? ¿qué hacer?, si miran a la Meca nada, otra cosa sería si mirasen contra el gobierno, entonces…
Cuando la codicia de los únicos que existen se hace irrefrenable, prosiguen las excavaciones, que son como una huída hacia abajo, hacia los infiernos. Porque, cuanto más se meten en profundidades y más insisten en que, antes que ellos y ella, no existía nadie, excepto los que, como ellos y ella, destruían castillos, siempre fuera de Castilla. El caso es, que en su huída hacia los infiernos de la corrupción, se encontraban constantemente con una capa tras otra de polis vasconas, y no me estoy refiriendo a los “poli milis”, no, se trata de de unos polis vascones sin más ni más, polis sin ikurriña ni arrano, vascos y vascas, como dice el lendakari de los de andar por casa, de los de siempre. ¡No puede ser! exclaman los y la del buldózer, no podemos admitir que existan ni que hayan existido jamás los vascos. A estos cabrones, nuestros polis los mandaron al infierno y se han quedado a medio camino. Podríamos admitir polis vasconas en las profundidades milenarias de Atapuerca, que por desgracia para ellos, allí no llegó nuestro glorioso amejoramiento, pero aquí… de ningún modo. Nunca en nuestra tierra sagrada no, nunca en nuestra tierra bendecida por la Obra de Dios, aquí definitivamente no pudieron existir. En todo caso, si dicen que andan por ahí, será por que un comando terrorista anti - pamplinas ha escavado un zulo – trampa para hacer creer a los pamplinos y las pamplinas, que antes que nosotros y nos – otra, existió vida humana.
Cómo es posible que existan personas como ellos y ella, que piensen que antes de ellos y ella, no existía nadie, aunque a veces se les va la lengua, y hablan sin darse cuenta de sus padres, que por cierto en tiempos pasados, se preocuparon muy mucho de que otros y otras dejaran de existir. Hoy otro tipo de excavaciones sin buldózer y sin intereses especulativos, con pico, pala y mucho amor, encuentran en las cunetas nuevas polis con agujeros en los cráneos y tibias rotas, polis de las no existentes para ellos y ella, polis que iluminan la memoria histórica de los que no existimos.
Pero los inexistentes sabemos, que ella y ellos, sólo existen en su Pamplinópolis de neón e inoxidable, en esa ciudad aparente y superficial, una ciudad inculta y plana, limpia y ordenada para poderla enseñar quienes sólo les interesa, que un norteamericano cazador y bebedor, se corría unas juergas de aúpa por las calles y que a una hora determinada de julio sueltan animales con cuernos para que kuxuxumuxu venda camisetas clónicas.
Y todo lo dicho no es nada comparado a lo que puede llegar en el 2016, ya que la regenta de Pamplinópolis está empeñada en que “su ciudad” sea nombrada la ciudad de la incultura europea que, de acuerdo con todos los sacramentos, debiera ser designada por algún figurín con la boca repletica de polvorones como maestro de ceremonias, espectáculo de destape con Georgie Dann y coristas incluido, con el acompañamiento del cabeza visible del reino de Tabarra cegado por una de sus tajadas más memorables, una ciudad sin historia para la historia, una ciudad con polis y sin vascones, una ciudad de “borrón y cuenta nueva”, una ciudad que jamás existió.

Colectivo Malatextos. 26 de septiembre de 2008

Oveja (negra) que bala:

Amadeu Casellas lleva más de 22 años en la cárcel por haber expropiado durante los años 70 y 80 en distintos bancos un dinero que siempre puso a disposición de trabajadores organizados en peleas sindicales. Ahora se encuentra pagando por ello una concatenación de condenas que, a todos los efectos, supone cadena perpetua, ya que ni el tercer grado le otorgan. Para exigir esto último o la refundición de condenas, que significaría su puesta en libertad, ha decidido ser oveja (negra) que bala (denuncia) a costa de perder el bocado, es decir, hacer huelga de hambre indefinida, desde el día 22 de junio.
A Amadeu le habría salido mejor, carcelariamente hablando, quedarse con el vil metal, al estilo Dioni ya que de esta forma probablemente ahora, con esta justicia tan ciega, disfrutaría de libertad y de posibles. Pero escogió un camino más difícil y honrado, una senda de dignidad y subversión, que continuó una vez en la cárcel en forma de tenaz resistencia a todas las injusticias que ha visto y vivido durante estos largos años de prisión, como los abusos y arbitrariedades para con los presos, el régimen de excepción FIES (ficheros internos de especial seguimiento), sistema penitenciario corrupto, dispersión ...
Su condición de huelguista hace recordar inevitablemente a otro más celebre, que aún denostado social y oficialmente, ha obtenido un mayor eco político y mediático, o por lo menos ha conseguido dar mayor dimensión a su situación. La liberación de Amadeu no molestaría a nadie, siquiera al reducido colectivo de banqueros que, por otra parte, se pueden ver resarcidos con todas las hipotecas y comisiones con las que asedian a los trabajadores. Pero con no molestar ni causar perjuicio a nadie, no llega. Tampoco parece que su firme determinación tenga poder alguno para mover las rotativas o para convertirse en patata caliente para quienes acostumbran desde los despachos a proteger sus réditos electorales. Lamentablemente estamos más que acostumbrados a ver cómo, según coyunturas y conveniencias del momento, se trate un mismo fenómeno con distinto interés. El que nos ocupa, el de un activista libertario, no es en absoluto el único caso que cae en el olvido de forma injusta e inhumana y cabe recordar situaciones como las de Aramburu (comunista), Barandalla (independentista abertzale), o del anónimo preso común que sufre condena en condiciones de enfermedad grave, etc, ...
La arbitraria situación que atraviesa Amadeu, que responde sin duda a una decisión política, sólo será susceptible de cambiar con el apoyo y denuncia de quienes pensamos que hoy, como siempre, se paga más pena por cuestionar el orden de las cosas que por las divisas sustraídas. Si no, que pregunten a cualquier político corrupto y malversador que, de forma extraña, haya sido juzgado. ¿Hay alguno de estos en la cárcel?

Colectivo Malatextos. 4 de septiembre de 2008