Cuando
una buena causa llama a nuestra puerta, nos movilizamos reclamando su
solución. 80.000 personas han firmado una petición en la página web
Change.org
para que dejen salir del aeropuerto de Barcelona a un cachorro, Buddy,
retenido tras desembarcar procedente de Nueva York, problemas
administrativos.
Entre
la opción de que lo mantengan retenido o la de que lo dejen salir la
más noble y liberadora es que lo dejen salir. Naturalmente. Por otro
lado, si solo se trata de firmar, mejor hacerlo
que dejar de hacerlo. Faltaría más.
Quizá
las buenas causas que nos salen al encuentro, apelando a nuestra
sensibilidad, nos ayudan a mantenernos insensibles ante una realidad
verdaderamente cruel que afecta a millones de
personas en entornos cada vez más próximos, realidad que intentamos que
permanezca oculta.
Quizá
la cómoda facilidad del compromiso que nos demandan nos ayuda a no
plantearnos si esa cruda realidad que afecta a tantísimas personas no
está demandando de nosotros algo más, mucho
más.
Quizá
nuestra sensibilidad linda con el cinismo y nos conduce a una estupidez
perversa. 80.000 es una cifra en la red de redes pero hay más:
1.700.000 son las horas extras (declaradas),
que se hicieron en Navarra el pasado año, el equivalente a 1.000
puestos de trabajo a jornada completa. Esas horas muchas veces las
imponen y otras muchas, las hacemos con gusto, arrojando al paro a otras
personas. Firmaríamos por que haya más trabajo pero
nos resulta más difícil modificar nuestras acciones.
Las cifras ahí están, generando indignación, las mires como las mires. Indignación de la que debemos ser sujetos y objeto.
Colectivo Malatextos, 26 de junio de 2015
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