Nosotros
los empresarios somos buena gente, demócratas convencidos, sabemos
que nuestra sociedad no puede funcionar sin la democracia y todas
sabemos que uno de los pilares fundamentales de la democracia son
nuestros sindicatos. Bueno, me refería a las llamadas organizaciones
sindicales mayoritarias, esas eficaces empresas de gestión del
movimiento obrero. Estos sindicatos siempre han sido muy necesarios
para firmar acuerdos de concertación social, el llamado pacto social
que tan buenos beneficios ha aportado a la sociedad, ha favorecido la
competitividad de nuestras empresas, la moderación salarial, el
fortalecimiento del consumismo, la modernización del país con sus
grandes infraestructuras..., y todo esto ha conllevado el crecimiento
económico del cual nos beneficiamos todos. En estos tiempos tan
duros para las empresas, ¿qué habríamos hecho sin su
colaboración?, ¿cuántos ERES se habrían quedado sin firmar?, esas
medidas tan impopulares como los despidos, la bajada de los salarios,
el aumento de la productividad, etc, ¿habríamos podido tomarlas sin
su visto bueno? No lo creo, me tengo que reafirmar señalando el
importante papel de estos sindicatos domesticados, perdón, quiero
decir sindicatos responsables y altos de miras. Como es normal, para
el buen funcionamiento de este sistema nuestro gobierno tiene que
premiar, perdón de nuevo, no estoy muy fino con las palabras que
elijo, tiene que subvencionar a sus delegados, a sus estructuras
pseudo-sindicales, su maquinaria de control del mundo laboral.
No
descubro nada si digo que no todas las sindicalistas (incluso dentro
de los grandes sindicatos), por desgracia, son tan comprensivas con
nosotros y con las dificultades que tenemos para sacar adelante
nuestros negocios. Allí están un día sí y otro también
reclamando salarios dignos, se atreven a pedir el reparto del
trabajo, el fin de la precariedad laboral, nos llaman chorizos,
explotadores y sinvergüenzas. Claro, y luego se quejan de que los
despedimos, de que no los queramos ver ni en pintura, ¿a quién se
le ocurre morder la mano que le da de comer?, desagradecidos, eso es
lo que son, unos desagradecidos. ¿Tan difícil es de entender que
sin la libre empresa y sus empresarios no hay nada que hacer?, este
mundo sería ingobernable. Esos sindicalistas rebeldes deberían
estar prohibidos por la ley, sin esos mal nacidos, nuestro país
funcionaría mucho mejor.
Ahora
que vienen las elecciones sindicales quiero invitar a todas nuestras
trabajadoras a que participen en ellas, pero por favor, ni se os
ocurra auto-organizaros para crear vuestra propia candidatura, ni
seáis tontas y votéis a alguna delegada aventurera de esas que os
prometen firmeza ante el empresario, ya sabéis que esas posturas
intransigentes solo traen malestar a los empresarios y no nos cuesta
nada deslocalizar la empresa y llevárnosla a otro país. Esto no es
una amenaza, es la realidad, el mundo en el que vivimos, y pudiendo
elegir a un delegado de un sindicato responsable, comprensivo y
negociador, ¿para qué complicarnos la vida? Elige sindicalismo
amarillo, tu patrón te lo agradecerá.
Colectivo Malatextos, 15-11-14
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