Chirrían
las escalerillas que llevan del taller a las oficinas, sube el jefe
sudoroso. Este emprendedor acaba de poner en práctica no se qué
artículo de la reforma laboral que le ha permitido despedir a una
empleada por acumulación de bajas en un tiempo determinado. No suda
por ello, suda porque el sobrepeso le causa fatiga al subir las
escaleras.
Al
llegar, entra en un despachito, parpadea la lámpara fluorescente, y
cambia su americana por una bata blanca, ¡el siguiente!. Ha empezado
a pasar visita. En fila, esperan, con caras largas, unos cuantos
asalariados que enferman por encima de sus posibilidades. Agarrando
con fuerza su cartera con una mano, con la otra, comienza a pautar
sus remedios en un folio con membrete de la Mutua: … necesita
desconectar, pensar en otras cosas, ya verá que bien le sienta
volver al trabajo para olvidar esta depresión, … le vendría bien
el reposo, descansar lo máximo, por eso cuando salga del trabajo
procure dormir y comer sano, ¿cómo dice que se llama lo que tiene
en las tripas?, … alta!, ... alta!, … alta!!!!
El
pasado 18 de julio, fecha
de tantos malos recuerdos, el Gobierno aprobó
un Real Decreto que da más competencias a las Mutuas (asociaciones
empresariales que gestionan fondos públicos), a la hora de decidir
sobre los procesos de incapacidad temporal por contingencias comunes.
Es un paso más en una estrategia que pretende otorgar un poder cuasi
absoluto a estas entidades en lo que a la salud de las plantillas se
refiere. Nadie nos pondríamos en manos de nuestros jefes para
abordar procesos sanitarios pues sabemos que tienen otros intereses
que podrían priorizar, por ello utilizan las Mutuas, para poner un
ornamento sanitario a esta afrenta a nuestra salud.
Esta
medida que se ha tomado con nocturnidad y veranosía es de las
que puede pasar inadvertida o ser entendida como inocua pues los
titulares y declaraciones de responsables institucionales rebosan de
términos como agilidad, eficiencia, ahorro, … No obstante, en
breve se evidenciarán los efectos de esta medida de rebaja: altas
prematuras e indefensión, tal y como ya se dan hoy en día con los
procesos de baja por enfermedad profesional o accidente de trabajo.
Impulsan
las Mutuas, magnífica herramienta para salvaguardar los intereses
patronales, detrayendo recursos de la red sanitaria pública,
contribuyendo, en definitiva, a su deterioro. No queremos una
sociedad dividida entre personas con trabajo cubiertas por las
Mutuas (para mayor gloria de la productividad) y personas sin
trabajo, que entre otras muchas dificultades, se encuentren con una
sanidad pública debilitada y de baja calidad.
De forma
colateral a este asunto, la Ley dice que nos jubilaremos a los 67
años pero con las cada vez peores condiciones de trabajo y con la
cada vez peor atención a la salud de las plantillas, pocas personas
llegarán a esta edad trabajando. Mayores y sin salud, con un despido
hiper facilitado, pasaremos los últimos años de nuestra vida
laboral en el paro, en detrimento de nuestras pensiones, … No
podemos esperar a que este cuento de terror se materialice en
nuestras vidas, debemos romper ya esta dinámica de involución
social y demoledora de derechos, porque
más vale prevenir que currar así, debemos oponernos a la Ley
de Mutuas y defender una Sanidad Pública y de calidad que asuma
también las competencias en salud laboral.
2 comentarios:
Toda opinión es respetable en este país. A mi me ha tocado de cerca el trato en una Mutua laboral y sólo puedo tener elogios hacia ellos, ya podrían aprender en la sanidad publica del trato personal. RM de rodilla al día siguiente, intervención quirúrgica en 1 semana y rehabilitación desde el primer día...totalmente recuperado en 5 meses. Eso es eficiencia y eficacia. En el sistema público hubiera costado alrededor de año y medio...esa es la sanidad publica que tenemos...y claro en este país de pandereta gusta el estar año y medio cobrando el 100% de tu sueldo tumbado en el sofá de casa.
MUTUAS = eficacia...el problema es que a los vagos no les gusta esa eficacia
Yo sin embargo, que he estado más de un mes ingresado en un Hospital Público, he recibido un trato exquisito. Es más, con unos servicios en mínimos por los recortes, las enfermeras se multiplicaban para atendernos a todos los que estábamos allí, y jamás hubo una mala constestación o una negligencia por desidia.Las mutuas no están para servir a la salud sino para optimizar los recursos de la empresa que la contrata, con lo que en el momento que un tratamiento deja de ser rentable se deriva a la sanidad pública. No es el primer caso de medicos que combinan ambos sectores (privado y público) y envían pacientes de las mutuas a realizarse un escaner a la red pública para no bajar el ratio de paciente7beneficio.
Si en lugar de potenciar la sanidad pública, nos dedicamos a desviar fondos hacia la sanidad privada no es de extrañar que los servicios se deterioren.
¿que hay que mejorar la red pública? Por supuesto. Pero la solución no es desmantelarla en ningún caso ni otorgar poderes a las mutuas que les permitan anteponer el beneficio económico a la salud. Las opiniones son todas válidas pero no todas van en favor del bien común.
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