Que algo cambie para que todo siga igual, alternancia en el poder ... Son viejas fórmulas ya utilizadas para revestir la imposición de un pequeño halo de democracia, sobre todo en los regímenes occidentales. A pesar de que en estas latitudes la ciudadanía cada vez lo es un poco menos, de que se encuentra más lejos de los centros de toma de decisión, de que los programas electorales que le dan a elegir son casi clónicos en lo fundamental y de que las cosas van cada día un poco peor en lo que se refiere a vivienda, servicios públicos, pensiones, condiciones de trabajo, etc; se empeñan en hablar de la grandeza de esta democracia, fuente de libertad y prosperidad.
Si nos situamos en la llamada “democracia más antigua del mundo”, la de los EEUU, la cosa toma los tonos más extremos. La inmediatez de lo mediático, la necesidad de grandes capitales mecénicos y la mercadotecnia en la política-producto, marcan las campañas electorales y por lo que se ve, también el sentido del voto. Todo el mundo parece saber que obtenga la victoria un partido u otro, los ejes de la política, tanto interior como internacional de este país, variarán muy poco. De ahí que la victoria de Obama parezca algo cantado y aceptado incluso por el partido de G. W. Bush. Es como si a los republicanos les hiciera falta que alguien ponga fin a los desmanes más atroces que han cometido y lleve a cabo el cierre de Guantánamo o la retirada de las tropas de Irak, ya que ellos no pudiendo asumir tal retroceso en sus posturas tampoco pueden defender su continuidad en la práctica. Después de tantos años en el poder, tal vez ya tengan todos los negocios hechos y ahora toque llamar al cambio para que se “democratice” todo esto.
Cuanto más se acerca la fecha de los comicios más moderación muestra Obama, aunque no deje de ser curioso que cuando el candidato resulta ser más tolerante con la guerra o con la pena de muerte, lo que observamos es tibieza política en lugar de un peligrosísimo extremismo. Barack, que renunció a la financiación pública de su campaña para poder aceder a mayores ingresos privados, anuncia por un lado su cercanía a Israel. Sus críticas a Irán hacen que un futuro escenario de guerra sea creíble. Reitera la conveniencia de la continuidad del embargo a Cuba. Ha apoyado junto a su opositor Mc Cain, sin fisuras, el plan de G. W. Bush para salvar del abismo al capitalismo especulativo más voraz. Por otro lado, no convence a la comunidad negra organizada que ve en el color de su piel algo casual y no un negro esperanza. Se abren muchos interrogantes: ¿Qué ocurrirá con la sanidad y la educacón?, ¿qué modelo de energía prevalecerá?, ¿qué política armamentística, de fronteras y penitenciaria defenderá?, ¿qué papel jugará la CIA?. Ni el más ingénuo desconoce las respuestas.
Realmente, debemos desconfiar de cualquier cambio social que no venga de la mano de mayores cotas de organización, control y compromiso populares, pero qué vamos a contar si por estas tierras sabemos de sobra cómo funciona esto del cambio tranquilo: reformas progre-estéticas y profundización neoliberal. No obstante y por si queda alguna duda, ZP está tratando de dejar claro que Obama es su hombre en EEUU, inestimable aval de su talante. Con su insistencia, tal vez nos logre convencer, en plan ZP de la Calzada, de que Al Gore es algorrr, pecadorrrrr!!.
Colectivo Malatextos. 16 de octubre
ONGI ETORRI
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