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La devaluación de la libertad en un mundo desigual

 «Por desgracia, la libertad no es para nosotrxs una cosa que podamos recuperar fácilmente, un objeto familiar que habría sido robado por sorpresa. Es algo que tenemos que inventar.»

(Simone Weil)


1. Capitalismo homologador

Ningún totalitarismo logró nunca una influencia tan total, profunda y permanente sobre las culturas (los modos de vivir y de ser) como la conseguida por el capitalismo y su sociedad-civilización de consumo. Ni el mismo fascismo, por más horroroso que fuera, llegó a calar tan profundamente en sus sociedades, y tampoco hubiera podido mantenerse en el tiempo, precisamente por su brutalidad.

El capitalismo-sociedad de consumo, junto con los medios de propaganda-comunicación y el desarrollismo hipertecnologizado en manos de especialistas se ha convertido en el poder más totalitario y arrasador. Y presenta visos de duración, si no lo remediamos, hasta el fin de esta civilización.

 

 


Capitalismo y libertad, un oxímoron que no dejan de conjugar.


Además, ejerce su poder sobre todas las personas, tanto sobre quienes resultan beneficiadas (en distintos grados) por el sistema, como sobre quienes son en parte beneficiadas y en parte víctimas y, claro está, sobre las exclusivamente víctimas. Juega con la realidad y con la promesa o la esperanza de un futuro ideal. Ha conseguido que lo material, el consumo, sea el único criterio de valoración, en torno al cual gira el debate, por supuesto, el oficial, y también en buena parte, el alternativo.

El consumo constituye una auténtica civilización, homologadora de todas las aspiraciones y de las personas. Nunca se habían dado sociedades y personas tan conformistas. El afán de consumo es afán de obediencia.


2. Una libertad devaluada

Esta aplastante supremacía del capital no solo ordena nuestras vidas y aspiraciones, sino el terreno de juego y las reglas de lo posible. En este marco, la libertad es esa oscilación permitida a cada persona, a cada una de las piezas del engranaje. La sociedad se va convirtiendo en un mecanismo autónomo en el que las decisiones vienen determinadas o muy preestablecidas, lo cual se acelera con el predominio de lo científico y de lo virtual.

A esto hay que sumar el paradójico hecho de que el actual sistema, absolutamente depredador de recursos y vidas, por más que alimente riesgos de todo tipo (bélicos, ambientales, sanitarios, etc), se presenta como el único garante de nuestra seguridad, aunque este securitarismo no opere sobre las causas de los factores de riesgo. La derivada de esto es que el legítimo miedo nos lleva a aceptar el binomio libertad/seguridad y las restricciones que le acompañan.

Nuestra apuesta es que la libertad se compagine con una seguridad basada en el modelo social justo, garantista e igualitario, capaz de constituirse como sociedad de relaciones colaborativas y no de dominación-sumisión. Las posibilidades de este sistema de seguridad están muy relacionadas con las dimensiones de la sociedad. En una sociedad de dimensiones y complejidad no humanas será imposible renunciar a todo elemento securitario y, por tanto, de poder. En todo caso la compaginación del binomio libertad/seguridad debe incluir una cierta aceptación del riesgo; la seguridad plena no es posible ni deseable.

Así, no es de extrañar que estemos asistiendo, no solo a un estrechamiento de los espacios en los que actuar y decidir en libertad, sino también a una acusada degradación del propio concepto de libertad. En buena medida, somos responsables de haber aceptado de buen grado esa libertad reducida. Una libertad descomprometida, individualizada y relegada a espacios poco trascendentes, garantizada, por otra parte, a tan solo una minoría de la población mundial (pero operando sobre el resto como promesa). Se trata de una libertad ligada, en lo fundamental, a la evasión individual, y marcada transversalmente por el consumo.

 

La caza, las terrazas, el turismo...


3. Necesitamos otro concepto de libertad

Frente a esta libertad capada, impotente y pobre, vemos necesario pensar en otro concepto de libertad, más ligado a la conquista de la capacidad de decisión tanto en el plano individual como el colectivo. Una capacidad de decisión que se mide constantemente con el presente en el que se ejercita.

Por ello, no vemos la libertad como algo establecido y fijo, sino como algo que se conquista y se transforma a través de la acción. En este sentido, la libertad tiene más que ver con la capacidad de decisión y de acción colectiva, que ha de ser construida en la práctica, en un presente continuo que huye de los grandes relatos teleológicos o finalistas. Caminante no hay camino… se hace camino al andar.

La acción no está basada en una opinión más o menos pasajera y cambiable, sino en alguna forma de convicción (siempre revisable y también cambiable), mucho más enraizada en cada cual y compartida con un “otrxs”, lo más amplio posible. Sin embargo, este acto de compartir las convicciones implica un constante diálogo con la realidad, un vínculo que provoca cambios y contagios. Esto supone un rechazo a las grandes verdades como dogma inamovible, en las que tantas veces hemos querido resguardarnos de la intemperie de la realidad. Las ideas fuerza que en otros momentos suscitaron voluntades decididas hoy son mentira y están abocadas al fanatismo y a derivar en imposición.

En terrenos como la educación, la sanidad, los elementos de seguridad… nuestra apuesta es clara por los sistemas públicos y el rechazo a sistemas privados que abran la puerta a privilegios individuales a costa de las opciones públicas y comunes. Deben ejercerse, además, no con visión referida exclusivamente a la colectividad a la que se refieren, sino de forma abierta y colaborativa con el exterior, con visos de aspiración universal. Esto supone una cierta subordinación de la capacidad de decisión individual, que se ve compensada con creces por las posibilidades que lo colectivo ofrece de afrontar en mejores condiciones las restricciones derivadas de nuestras propias limitaciones y necesidades individuales. La siguiente cita expresa (de una forma un tanto excesiva), la manera en que se relaciona lo individual con lo colectivo, enriqueciéndose mutuamente:

«Soy libre sólo cuando todos los seres humanos que me rodean son igualmente libres. La libertad de lxs demás, lejos de restringir o de negar mi libertad es, por el contrario, su condición necesaria y su confirmación. (…). Mi libertad personal, así confirmada por la libertad de todxs, se extiende hasta el infinito.»

(Mijail Bakunin)



Por último, la libertad, para no ser entendida de forma reduccionista, ha de ser diferenciada de la búsqueda de la satisfacción de deseos concretos e inmediatos. En este sentido, debe estar más vinculada a la persecución de fines, y por lo tanto a un acto consciente de la voluntad. Una voluntad siempre anclada en el futuro, que requiere esfuerzo y suscita responsabilidad, trascendiendo la inmediatez de los deseos. Una voluntad más relacionada con la autodeterminación y la búsqueda de medios adecuados para perseguir sus objetivos que con la respuesta o reacción ante estímulos externos cambiantes.

 

4. Cómo romper las costuras

Ensanchar nuestra concepción de libertad y aspirar a un mundo más libre pasa por ligar la libertad al conjunto de nuestras relaciones sociales y personales, en algunos aspectos decisivos:

-A la búsqueda constante de mayores cotas de igualdad (socio-económica, de género, étnica, geográfica, etc.), así como a la autonomía económica, siempre más factible en la austeridad que en el exceso. Esto supone el cuestionamiento de nuestros propios privilegios y el planteamiento en nuestras vidas de actitudes favorables al reparto (tiempo, dinero, trabajo,…).

 

Melilla, junio de 2022: todo depende de la parte del muro en la que nos hallemos. 

 

-A una educación amplia que promueva el desarrollo integral y la capacidad de elaborar criterios y pensamiento propios y la consideración de la dignidad de todas las personas. En este momento, la apuesta debe dirigirse a la mejora y reivindicación de la educación pública, entendida como patrimonio común. Debemos trabajar para que esa educación común cumpla con esa exigencia de favorecer el desarrollo de personas libres, evitando en todo momento que el modelo educativo se escore hacia alguna de las distintas formas de entender lo educativo en base a creencias religiosas o ideológicas. Aquello que para cada cual no consiga del sistema educativo común se debe tratar de alcanzar a través de esas colectividades a las que se pertenezca. Esta forma de entender la educación es extrapolable a todo lo colectivo/público.

-A una información veraz que nos permita realizar análisis de forma realista y a unas vías efectivas de intervención política que posibiliten una verdadera participación en los asuntos comunes. Cabe señalar que en el momento en que impulsamos proyectos comunicativos alternativos o a la hora de participar en la difusión de información en redes desde una perspectiva transformadora, no podemos caer en las prácticas habituales en los medios oficiales: medias verdades, falsedades, ocultación, búsqueda del daño personal, ...

-A la protección del medio ambiente, sabiéndonos eco-dependientes, en un contexto de crisis climática que amenaza nuestra propia supervivencia. Este aspecto, que resulta crucial, no puede quedarse únicamente en la mera reivindicación a los poderes políticos y económicos. La legítima exigencia hacia afuera debe ir acompañada de unas posturas propias a la altura de las circunstancias.

-Al impulso al proceso de reconstrucción de comunidades, sabiéndonos interdependientes y encontrando en la riqueza y la fuerza colectiva mayores posibilidades de actuación propias y ajenas. Viene a colación la preciosa expresión de cierta tradición africana, Ubuntu: “Nosotrxs somos, por tanto yo soy, y dado que soy, entonces somos”. Si generar pequeñas comunidades entre afines resulta todo un reto, lo es mucho más el romper los cercos de nuestro propio entorno y ser capaces de generar comunidad en ámbitos más generales y diversos: trabajo, vecindad, centros de estudios, ...



Para esta tarea es importante recoger y aprender de todas las experiencias de liberación, grandes y pequeñas, que podamos contraponer a esta realidad aparentemente pétrea. Encaminar nuestra actuación a ensanchar los márgenes que nos permite el modelo social capitalista. A tensionarlo (a tensionarnos), de modo que lo podamos llevar un poco más allá de lo previsto, buscando contradicciones que lo cuestionen y nos cuestionen. La libertad surge cuando se practica; creemos pues espacios y relaciones donde tenga cabida.

Este es el sentido de elaborar y compartir este texto por limitado y deficiente que sea: comenzar a debatir y confrontar con quienes quieren reducir la concepción de la libertad a meras fórmulas de consumo, expansión e individualización que resultan empobrecedoras, insolidarias y, en definitiva, destructoras de cualquier posibilidad de presente y de futuro.



Colectivo Malatextos,

Iruñea, sept. de 2022.








Para continuar el debate sobre este tema, en un espacio de reflexión colectiva, te invitamos a participar en el encuentro que tendrá lugar el:

Jueves 29 de septiembre,

en Triki-Traku (C/Río Arga 36-38, Iruñea),

a las 19:30 h.



Te esperamos, zatoz!!




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