Detrás del uso del coche se esconden infinidad de intereses y valores: sector automovilístico, consumo de combustibles contaminantes, empresas de seguros, recaudación vía multas y explotación económica de parking, individualismo, sedentarismo, atascos, ruido, riesgos,… A pesar de tan nefastas atribuciones, no cabe duda de que incentiva su economía, la misma que ahora está en quiebra, precisamente por basarse en unos planteamientos totalmente insostenibles, que concienzudamente pretenden salvaguardar y refundar.
Con el uso responsable del transporte público, la bici, los patines o el zapato puro y duro fomentamos formas de vida mucho más cercanas, compartidas, sanas, equilibradas, económicas y ecológicas. No es necesario recordar cómo funcionan estas formas de transporte en otras latitudes que siempre nos venden como modelos a imitar y a superar cuando se trata de hacerse vanidosamente con la capitalidad de la cultura o cualquier otro tipo de semi-competición en índices de calidad de vida, ocio y deporte, etc.
En lo que se refiere a la bici, el Ayuntamiento nos ha puesto un par de ingeniosas trampas, el día de la bicicleta y la construcción de los carriles-bici. Con lo que se supone que pretendía potenciar el uso de la bici, ha conseguido que este medio de transporte se limite a un solo día al año y a un espacio muy limitado de la ciudad, la caótica red de carril-bici, que no conecta ningún punto de interés y además roba espacio a los peatones.
Con la nueva ordenanza a la que nos referimos se impondrán graves restricciones al uso de la bici. Para justificarlas se escudan en la prevalencia de los derechos del viandante respecto a los del ciclista. Esto es totalmente legítimo, lo que se resulta paradójico es que cuando se manda a la bici a la carretera, en ningún momento se vela por los derechos de ésta respecto a los del coche, amo y señor de la ciudad, al que incluso se le permite alcanzar los 70 km/h en algunas zonas de la ciudad en las que se supone que tiene que convivir con la desprotegida bicicleta.
Como anécdota cínica, la posibilidad de obligar a contratar un seguro de responsabilidad civil al ciclista. Siendo la bici tan segura (los accidentes los sufren generalmente los ciclistas y no los ocasionan), sabemos que se trata de poner una traba más, de favorecer una vez más el negocio de las aseguradoras y de dar vía libre a la obsesión que tiene la clase política de normalizar (creación de normas) y regular absolutamente todos los aspectos de la vida.
En esa lógica, con estas políticas y estas armas de destrucción ciudadana, vía normativa estamos condenados a usar un sólo tipo de bici, la de los spinning de los gimnasios, a los cuales podremos acceder cómodamente, previo pago del abono, en horario de atención al público, en nuestro cochazo.
Colectivo Malatextos. 3-03-09
1 comentario:
Me ha encantado su texto, pero me gustaría preguntarte se usted utiliza la bici para desplazar por Pamplona.
La pregunta la hago pues no adelanta concentrar un día delante del ayuntamiento se las personas realmente no utilizan la bici como medio de transporte.
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