Todos los años por
estas fechas parece que se acaba el mundo, que el tiempo se detiene
pues los San Fermines están a la vuelta de la esquina y todas nos
ponemos un poco locas. Pero mal que nos pese, ni el mundo se acaba ni
el tiempo se detiene. La vida sigue adelante, como siguen las
protestas contra la reforma laboral en Francia (podrían tomar nota
“nuestros” sindicatos de cómo se organiza una lucha medio y
largo plazo); las personas migrantes que huyen de la guerra, la
pobreza y cambio climático siguen arriesgando su vida en el
Mediterráneo, en el Egeo… para lograr un vida digna en la
Europa-fortaleza; en Washington y en Bruselas siguen negociando a
nuestras espaldas acuerdos comerciales, como el TTIP, el TISA … que
solo benefician a las transnacionales; y como no, el espectáculo
futbolero y el político siguen llenando las páginas de los
periódicos.
La vida sigue igual y
los San Fermines son como ese oasis en el desierto, en donde nos
podemos refrescar y coger fuerzas para seguir adelante con nuestras
vidas o en el que evadirnos como si nada de lo que hemos mencionado
existiese, sumergiéndonos en el consumo exacerbado, la masificación,
el ruido, la suciedad... Apostemos por unas fiestas populares en las
que no manda el programa oficial, en donde todas y todos nos montamos
nuestra fiesta particular riéndonos de la autoridad y de sus
protocolos, unas fiestas respetuosas con todas las personas, libres
de agresiones sexistas, donde el coche queda apartado, olvidado y
todas nos volvemos peatones. Disfrutemos de estos días donde es
posible subvertir la autoridad y soñar que somos libres. Soñar que
en Iruña se acoge mejor a quien huye de la guerra que al guiri con
pasta que viene a correr el encierro. Huyamos del consumismo, que
con poco se puede disfrutar mucho. Salud y disfrute para todas las
personas.
Colectivo Malatextos, 5 de julio de 2016
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